miércoles, 19 de diciembre de 2012

¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!

¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

Canela, anís, matalahuga,..., ya flota por las casas y rellanos los olores de la Navidad.

Como cada año, madres y abuelas, comienzan con el ritual de la elaboración de los dulces navideños. Mazapanes, polvorones, borrachuelos o pestiños, roscos de vino, mantecados, etc... Olores que te transportan a la más tierna infancia, donde todo eran alegrías y risas. ¡Que tiempos aquellos!, en los que estas fechas se llenaban de magia, convivencias familiares, villancicos, grandes comilonas, la visita de tios, primos, abuelos, y un sinfín de familiares y amigos que siempre llegaban con sus mejores galas y cargados de regalos.

A mi estos dulces aromas, me recuerdan a la gente que ya no está, y con la que tantos momentos maravillosos pude vivir. Me transporta a la niñez, teniendo muy pocos años, cantando villancicos por las calles, con rondallas que se iban formando de manera espontanea, con amigos y familiares.¡Que tiempos mas bonitos!

Me recuerda al olor del árbol de navidad natural, que cada año mi padre traía amarrado en el techo de aquel maravilloso Ford Fiesta. Ese espectacular ciprés que impregnaba de Navidad cada rincón de mi casa, y con el que tanto empeño y dedicación, decoraba en compañía de mis padres y mis hermanos. Era una preciosa tradición. Eso si, el mejor momento era cuando se encendía por primera vez. Entonces quedaba inaugurada la Navidad en casa.

Luego se acercaban la Nochebuena, el día de Navidad y la Nochevieja. Desenfreno en la cocina, donde se hacían millones de platos distintos, a cual más bueno. Patas mechadas, pavos rellenos, mejillones tigre, jamón, queso, variedades de patés, chacinas ibéricas, etc..., y los postres. ¡Ay esos espectaculares postres! En mi casa tenemos costumbre de hacer al menos 5 o 6 postres distintos. De ahi para arriba. Lo sé, somos muy exagerados, pero siempre fue asi. Y lo disfrutabamos como si fuese la última comida que ibamos a tomar, ja ja ja.

Y que deciros del dia de Reyes. Cuanta ilusión y nervios por que llegara ese día. Primero la noche de su vispera, cuando no quería dormirme, porque quería ver a los reyes entrando en mi salón a dejar los regalos, ¡cuanta inocencia!. Y luego la mejor mañana del año para un niño. Creo que la única mañana en la que todos nos hubieramos levantado a las 5 de la mañana si hubiera hecho falta, ja ja ja. Montones de regalos en mi casa y en casa de todos mis tios y abuelos. Era espectacular, y la sonrisa nos llegaba de oreja a oreja.

Conforme van pasando los años vamos perdiendo la inocencia, y gran parte de la ilusión por estas fechas, que se convierten en tiempos comerciales. Por eso hemos de intentar recuperar esta ilusión, la Navidad no son solo regalos y fiestas. Es compartir con tus seres más queridos momentos que pueden llegar a ser inolvidables. Compartir una comida, o cena, o un simple pedazo de turrón, una copa con un amigo que viste ayer o que hace siglos que no veías. Vivamos la Navidad con alegría. Y no nos olvidemos de todas aquellas personas que lo pasan mal. Intentemos echarles una mano, dadle una tableta de turrón a ese padre que no le puede ofrecer nada a su hijo, o un juguete a aquel niño que no recibirá nada el día de Reyes. Que aflore nuestro yo mas humilde, y compartamos con el que no tiene.

Bueno, y dicho todo esto, solo me resta desearos una muy Feliz Navidad en compañía de los vuestros.



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