Canela, anís, matalahuga,..., ya flota por las casas y rellanos los olores de la Navidad.
Como cada año, madres y abuelas, comienzan con el ritual de la elaboración de los dulces navideños. Mazapanes, polvorones, borrachuelos o pestiños, roscos de vino, mantecados, etc... Olores que te transportan a la más tierna infancia, donde todo eran alegrías y risas. ¡Que tiempos aquellos!, en los que estas fechas se llenaban de magia, convivencias familiares, villancicos, grandes comilonas, la visita de tios, primos, abuelos, y un sinfín de familiares y amigos que siempre llegaban con sus mejores galas y cargados de regalos.
A mi estos dulces aromas, me recuerdan a la gente que ya no está, y con la que tantos momentos maravillosos pude vivir. Me transporta a la niñez, teniendo muy pocos años, cantando villancicos por las calles, con rondallas que se iban formando de manera espontanea, con amigos y familiares.¡Que tiempos mas bonitos!
Luego se acercaban la Nochebuena, el día de Navidad y la Nochevieja. Desenfreno en la cocina, donde se hacían millones de platos distintos, a cual más bueno. Patas mechadas, pavos rellenos, mejillones tigre, jamón, queso, variedades de patés, chacinas ibéricas, etc..., y los postres. ¡Ay esos espectaculares postres! En mi casa tenemos costumbre de hacer al menos 5 o 6 postres distintos. De ahi para arriba. Lo sé, somos muy exagerados, pero siempre fue asi. Y lo disfrutabamos como si fuese la última comida que ibamos a tomar, ja ja ja.
Y que deciros del dia de Reyes. Cuanta ilusión y nervios por que llegara ese día. Primero la noche de su vispera, cuando no quería dormirme, porque quería ver a los reyes entrando en mi salón a dejar los regalos, ¡cuanta inocencia!. Y luego la mejor mañana del año para un niño. Creo que la única mañana en la que todos nos hubieramos levantado a las 5 de la mañana si hubiera hecho falta, ja ja ja. Montones de regalos en mi casa y en casa de todos mis tios y abuelos. Era espectacular, y la sonrisa nos llegaba de oreja a oreja.
Conforme van pasando los años vamos perdiendo la inocencia, y gran parte de la ilusión por estas fechas, que se convierten en tiempos comerciales. Por eso hemos de intentar recuperar esta ilusión, la Navidad no son solo regalos y fiestas. Es compartir con tus seres más queridos momentos que pueden llegar a ser inolvidables. Compartir una comida, o cena, o un simple pedazo de turrón, una copa con un amigo que viste ayer o que hace siglos que no veías. Vivamos la Navidad con alegría. Y no nos olvidemos de todas aquellas personas que lo pasan mal. Intentemos echarles una mano, dadle una tableta de turrón a ese padre que no le puede ofrecer nada a su hijo, o un juguete a aquel niño que no recibirá nada el día de Reyes. Que aflore nuestro yo mas humilde, y compartamos con el que no tiene.
Bueno, y dicho todo esto, solo me resta desearos una muy Feliz Navidad en compañía de los vuestros.
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